martes, 27 de septiembre de 2011

Educación y Humanización en la niñez. Imprimir las dos lecturas, leerlas y preparar una exposición oral


Ciudad Juárez: cementerio de mujeres        
escrito por Verónica Fernández Reguillo  

Ciudad Juárez ha sido un auténtico cementerio de mujeres. Desde 1993 hasta 2003 fueron asesinadas más de cuatrocientas, y muchas otras aún siguen desaparecidas. La forma en la que las matan, y sobre todo, la impunidad de los asesinos recrudece aún más este fenómeno.

Juárez es una ciudad fronteriza mexicana en la que se instalan cientos de maquilas procedentes del país vecino, los EEUU, que proporcionan trabajo y, por tanto, cierta independencia a muchas mujeres de la ciudad. Los profundos prejuicios con respecto al rol que la mujer va a ir desarrollando, una superpoblación de la que un gran porcentaje vive en la extrema pobreza y el desarraigo cultural de buena parte de los ciudadanos que llegan de otros lugares para intentar cruzar la frontera mexicana e instalarse en los EEUU, hacen que los índices de violencia se disparen, sobre todo hacia el sexo más desprotegido, la mujer.

En un alto porcentaje, eran mantenidas en cautiverio durante días, e incluso semanas, tiempo en el que eran humilladas, sometidas a terribles vejaciones, torturadas y violadas de manera reiterada por distintas personas. Además en muchos casos antes de ser estranguladas o asesinadas a golpes, se les mutilaban algunas partes de su cuerpo.

Las razones para asesinarlas eran simplemente por diversión, porque eran mujeres y además pobres,  así podían matarlas sin preocuparse de las consecuencias que ello les pudiese ocasionar, ¿quién iba a investigar el asesinato de una trabajadora de la maquila que no importa a nadie…?

Si analizamos este feminicidio desde el punto de vista del periodismo preventivo, se podrían identificar perfectamente varias crisis: económica, social, de derechos humanos, y por supuesto, estructural, ya que esta ola de violencia se viene forjando a lo largo de muchos años.

La policía y el Gobierno mexicano son dos actores que han cerrado los ojos a la situación de las mujeres en la ciudad fronteriza. Muchas jóvenes desaparecían en zonas donde la policía transitaba habitualmente. Otras presentaban muestras de semen en sus cuerpos torturados que jamás se han analizado. Según algunas teorías, el objetivo era no hallar a los verdaderos culpables, que en muchas ocasiones, tenían vínculos con el crimen organizado y con el poderoso Cártel de Juárez, el imperio de la droga.

Marilú Andrade, asesora jurídica de la Asociación Nuestras Hijas de Regreso a Casa, creada para intentar hacer justicia con las mujeres de Juárez, es la hermana de una de las muchas mujeres asesinadas en esta ciudad. Marilú afirma que cuando la familia denunció la desaparición de Lilia Alejandra la policía contestó a su madre “señora no se preocupe, su hija anda de cabrona, al rato va a regresar”. Al poco tiempo Alejandra apareció asesinada.

Los dos actores a los que se hacía referencia anteriormente, debían haber encontrado soluciones al problema y a las diferentes crisis planteadas en la ciudad, sin embargo, no lo hicieron en su día, y hoy, todavía los culpables siguen en la calle.

Organizaciones internacionales como Amnistía Internacional dieron la voz de alarma ante diez años de crímenes. También organizaciones de la zona, como Nuestras Hijas de Regreso a Casa, siguen clamando justicia.

La escritora y periodista norteamericana Diana Washington, tras investigar mucho el feminicidio, plantea la siguiente solución, “llevar a un juicio internacional a los Presidentes y los Gobernadores de los Estados en los años en los que se cometen estos crímenes. Por el hecho también de que estos crímenes indican pacto con el narcotráfico, son crímenes que ya se han extendido por otras partes de México, debido a esas alianzas y pactos que para mí es lo mismo que una guerra sucia. Tú pactas y tú sabes que debido a esos acuerdos va haber asesinatos impunes”.

A pesar de los años transcurridos, el silencio de la justicia sigue chillando ante las muertas de Juárez.

lunes, 26 de septiembre de 2011

MÓDULO DE REALIDAD NACIONAL

Objetivo: Realizar el diagnóstico social de la atención en salud de los NN ecuatorianos
Atención De Salud
El Código de la Niñez y Adolescencia es categórico al afirmar el derecho de los niños y las niñas. Pero este derecho no se cumple con todos los niños y niñas en el país. Los accidentes o dolencias físicas que incapacitan a los niños y niñas para asistir a clases o realizar sus actividades ordinarias requieren, con frecuencia, de la intervención médica para evitar complicaciones. La incapacidad de los hogares de buscar atención de salud para sus hijos implica un alto riesgo de complicación. El presente indicador se refiere a la búsqueda de  atención de salud para los niños y niñas afectados por sus dolencias que cambian sus actividades acostumbradas. Se trata  de un indicador de acceso a la gama de servicios de salud, modernos y tradicionales, públicos o privados. Refleja la falta  de acceso  a esos servicios  debido a problemas y decisiones de los hogares; es decir, alerta sobre las dificultades –económicas, logísticas, etc.- que tiene los padres para asegurar el cuidado de salud de sus hijos.

La tercera parte de los niños y niñas que tuvieron problemas de salud no buscó asistencia técnica profesional.
El 34% de los niños y niñas que dejaron de asistir a clases por motivos de salud no fue atendido por profesionales de la salud. Se trata de NN que fueron atendidos en boticas, recibieron tratamientos de sus propios familiares, visitaron a un curandero i no recibieron atención alguna. La proporción que no buscó atención profesional fue mayor en el campo (39%) que en las ciudades (30%); así mismo, fue mayor en la Costa (38%) que en la Sierra y Amazonía (27%). No se observan mayores diferencias en el acceso a la atención médica entre los niños indígenas y no indígenas. En cambio, el acceso a atención médica es considerablemente más reducido para la población pobre: el 45% de los NN con problemas de salud del quinto más pobre de hogares no fue atendido por profesionales de la salud en comparación con el 15% de aquellos del quinto más rico de hogares.

Las boticas y la automedicación son un recurso de muchos padres para atender a sus hijos.
El 13% de los NN que sufrieron dolencias que les impidió ir a la escuela o colegio por tres días o más fue atendido en una botica y el 16% recibió tratamientos dispuestos por sus familiares. Los curanderos o yerbateros son una alternativa de atención principalmente en los hogares indígenas (5%).

La mayoría de los niños y niñas que requiere atención profesional la recibe en los centros de salud pública.
El 44% de los NN con dolencias incapacitantes fue atendido en establecimientos públicos de salud. El sistema público de salud tiene igual presencia en las ciudades y en el campo.

El sistema de salud privado es una alternativa importante en las ciudades.
En las áreas urbanas, la cuarta parte de los NN con dolencias prolongadas fue atendida en clónicas o por profesionales de la salid de ejercicio privado. En el campo, la presencia del sector privado es menor (atendió al 16% de los NN). Como podría esperarse, los profesionales particulares son la principal alternativa de los hogares de mayores recursos.

La mayoría de los NN enfermas no recibió atención profesional por motivos económicos.
La falta de dinero fue la a razón por la cual los padres del 60% de los NN con problemas de salud persistentes por más de tres días no los llevaron a un centro de salud o aun médico. La situación económica del hogar impide el acceso a la atención de salud con más frecuencia en los hogares indígenas (73%) y en el quinto más pobre de hogares (76%). En el campo, la distancia de los centros de salud es otra dificultad que enfrentan los hogares; el 7% de los NN enfermos no recibió atención médica por esta razón. La distancia es un problema mayor en la Costa rural y en las provincias de Bolívar y Tungurahua.(Los niños y niñas del Ecuador, Segunda Encuesta Nacional de la Niñez y Adolescencia, Consejo Nacional de la Niñez y Adolescencia y UNICEF, 2005)

domingo, 25 de septiembre de 2011

EDUCACIÓN Y HUMANIZACIÓN EN LA NIÑEZ, Imprimir

Objetivo: Fomentar el cambio de actitudes adulto cénticas en la cotidianidad
… no hablamos de algo ya superado, no hablamos de algo ajeno a la vida de las mujeres de todas las edades en nuestras sociedades. Puede ser algo duro leerlo, pero ubicaremos el porqué la violación a las mujeres se convierte en una forma de estrategia de guerra, de las más degradantes, humillantes y devastadoras para un ser humano que nace mujer, para sus familias y todo un pueblo. Por ello queremos con la Asamblea Constituyente equiparar lo que dice la Corte Penal Internacional en torno a estos casos, y sobretodo despertarnos de la indiferencia y la impavidez.
Talía Alvarez
Feminicidio
Su padre es mi enemigo
John Carlin 04/04/2007
 Son las madres más tristes del mundo. La violación fue el peaje que tuvieron que pagar muchas mujeres de Ruanda para sobrevivir al genocidio de 1994, en el que 800.000 personas fueron asesinadas. Veinte mil quedaron embarazadas de sus enemigos. Hoy crían solas a los hijos del odio.


Joseline Ingabiere, con Leah e Igihozo- JONATHAN TORGOVNIK
Sueños de suicidio las acompañan. Emocionalmente están derrotadas
El genocidio de Ruanda fue como un tornado o un tsunami. Un tsunami de sangre. Vino y se fue, como un ciego arrebato de la naturaleza. Empezó a principios de abril de 1994, murieron 800.000 personas y, a mediados de julio, se acabó. Desde entonces, desde que los machetes se vuelven a utilizar como herramientas de campo, en vez de como armas mortales, este pequeño país ha sido una isla tropical de tranquilidad. La gente es pobre, pero el paisaje es bello y Kigali, la capital, es la ciudad más segura del continente africano, y quizá del mundo.
Le costará creer al que hoy visite el país de las mil colinas, un edén primaveral situado en el corazón geográfico de África, que éste fue el escenario de la última gran atrocidad del siglo XX; que lo que pasó aquí hace apenas 13 años fue comparable ?aunque superado en números? a lo ocurrido bajo Hitler o Stalin, y bastante más tremendo que los horrores de la guerra de los Balcanes.
Murieron 8.000 personas en julio de 1995 en Srebrenica, Bosnia y Herzegovina, a manos de paramilitares serbios. En febrero de este año el Tribunal Internacional de Justicia calificó el crimen como "genocidio". Pero hay genocidios y genocidios. En Srebrenica, las víctimas pertenecían todas a una etnia ?eran musulmanes bosnios?, pero el principal motivo para matarles no fue ése; fue el hecho de que eran todos hombres y, como tales, potenciales combatientes enemigos. En Ruanda, como en la Alemania nazi, daba igual que las víctimas fueran hombres, mujeres o niños. Y durante los cien días que duraron las masacres, moría una media de 8.000 personas no al mes, o a la semana, sino cada día.
Por eso lo de Ruanda tiene más en común con lo ocurrido en Alemania en los años treinta y cuarenta que lo ocurrido en los Balcanes en los noventa. La idea, tanto en Ruanda como en la Alemania nazi, fue el exterminio total. Del mismo modo que Hitler quiso acabar con los judíos, los líderes de la etnia dominante hutu en Ruanda deseaban condenar a la totalidad de los tutsis, el 15% de los habitantes del país, a la extinción.
Y aunque el Holocausto nazi cobró siete veces más muertes, los métodos utilizados en Ruanda, aunque primitivos, resultaron ser más eficientes. El ritmo de ejecución manual en Ruanda superó con creces al del sistema industrial utilizado por los nazis.
Por todo esto y más, si lo de Srebrenica fue "genocidio", entonces hay que buscar una palabra nueva, de connotaciones infinitamente más brutales, para definir lo que pasó en Ruanda. Del mismo modo que quizá haya que buscar una nueva palabra para calificar lo que les ocurrió a miles de las mujeres tutsis que tuvieron la dudosa suerte de sobrevivir al exterminio ruandés.
El precio de la supervivencia fue la violación. Constante, días tras día, a manos de muchos, o de dos o tres, o quizá de un solo individuo. Pero en todos los casos los hombres eran los mismos que habían despedazado a sus maridos, hijos, padres, sobrinos y tíos a machetazos. Y casi siempre ante sus propios ojos. Las que siguieron vivas cuando acabaron las matanzas, después de que las fuerzas guerrilleras de el Frente Patriótico de Ruanda tomaran el poder, estaban casi todas infectadas con el virus del sida. Un buen número (se calcula hoy que unas 20.000) quedaron embarazadas.
Historias aisladas de este tipo, basadas en aberraciones reales, han servido de materia prima para alguna que otra novela o película. Lo extraordinario de lo ocurrido en Ruanda es la dimensión épica del sufrimiento de estas mujeres. Fenómenos parecidos (menos el factor sida) se habrán visto en tiempos de Atila o Tamerlán o Gengis Kan o durante las guerras de los mil años de la época romana. Pero esto ocurrió durante las vidas de la gran mayoría de los seres humanos que hoy habitan la Tierra.
Veamos la historia de una mujer cuyo bonito nombre francés, Gaudiose, perdió toda su alegría en aquella primavera de 1994, y desde entonces ?aunque lo que le pasó fue poco comparado con lo que les pasó a otras? suena a burla macabra de Dios.
Cuando se desataron las masacres, ella y su familia hicieron lo mismo que miles y miles de tutsis a lo largo y ancho del país. Se refugiaron en una iglesia. Ruanda es el país más cristiano de África. La mayoría es católica, tanto tutsis como hutus. Los padres de Gaudiose, cuyo apellido era Mukandamage, recordaban que cuando se llevó a cabo la anterior gran masacre en Ruanda en 1959, los asesinos habían mostrado más respeto por la tradición medieval del santuario. A los tutsis que se refugiaban en las iglesias les dejaron vivir. Pero no iban tan en serio en aquellos tiempos. Sólo murieron 20.000. En 1994, los tutsis no fueron tan afortunados.
"Entraron los milicianos hutus en la iglesia y me llevaron a un cultivo de plátanos, detrás de la iglesia, y empezaron a violarme", recuerda Gaudiose, que entonces tenía 23 años. "Uno de ellos me llevó a su casa como objeto sexual, para él y sus amigos, por tres días. Salieron a robar a las casas abandonadas de los vecinos y me escapé. Volví a la iglesia y encontré que habían matado a toda mi familia. A mi padre, mi madre, mis cuatro hermanas y cinco hermanos".
Sólo fueros tres días de violaciones en masa, pero Gaudiose contrajo el virus del sida y se quedó embarazada. Su hija, Dianne, sobrevivió al parto y hoy tiene 12 años.
Verena Uwingabira, que también es seropositiva y tiene una hija de la misma edad, lo pasó peor. Pero su historia es más típica. Mataron a su familia y durante semanas la violaron, junto a otras jóvenes elegidas, entre las seis de la mañana y las siete de la tarde. El horario correspondía al de los asesinos, o génocidaires, como les llaman en Ruanda. Llamaban "trabajo" a lo que hacían. Era duro, como debe ser trabajar en los mataderos de animales pretecnológicos. Mataban a la gente con palos, cuchillos y machetes. Había balas, pero costaban dinero y no había muchas. O las que había, al menos, mejor conservarlas para la lucha contra los guerrilleros tutsis. Las víctimas más ricas solían ofrecer dinero a sus verdugos hutus para que mataran a sus hijos de un balazo, y a ellos mismos si les sobraba. Muchas de las matanzas se llevaron a cabo al lado de las carreteras donde los milicianos montaban sus controles, como se pudo ver en la excelente película, nominada para tres oscars en 2005, Hotel Ruanda.
"Nos llevaban a los controles", recuerda Verena, "y nos obligaban a sentarnos ahí, mientras ellos hacían su trabajo de matar. En sus ratos de descanso nos violaban. Estaban sucios. Olían fatal. Venían seis, siete hombres a la vez. Se turnaban. Pasábamos ahí día tras día esperando que nos violaran y siendo violadas, y sin comida, sin agua. Les rogábamos que nos mataran".
Verena no tiene ni idea de cuántos hombres la violaron. Intentó suicidarse, como tantas otras, cuando descubrió que tenía sida y estaba embarazada, pero hoy ahí sigue, hundida en la enfermedad y la pobreza y con su Josile, de 12 años.
Las historias del genocidio ruandés descienden a niveles de obscenidad que ni las mentes más depravadas podrían imaginar. Francine Umurungo, que tenía 13 años cuando todo eso ocurrió, recuerda cuando emergió de debajo de la cama de la habitación donde horas antes habían matado a su tío y a su tía. "A ella la habían violado antes de matarla y manaba sangre de su zona genital. Pero no habían matado a su bebé. Él estaba sobre el cuerpo de su madre, mamando de sus pechos".
Llevaron a Francine a uno de los controles de la muerte en la carretera. "Un día recuerdo que se turnaron más de diez hombres para violarme. Uno venía y se iba, otro venía y se iba. Cuando el último había acabado, le dije que tenía sed y que si me podía traer agua. Dijo que sí y me trajo un vaso. Cuando lo bebí me di cuenta de que era sangre. El hombre me dijo: 'Bebe la sangre de tu hermano y vete".
Toda Ruanda está traumatizada por lo que ocurrió en 1994. Los asesinos y las víctimas. Pero nadie ha sufrido las secuelas de peor manera que estas mujeres, a cuyo inimaginable sufrimiento durante los cien días del terror ruandés se suma el infinito y confuso dolor que les causa la mera existencia de sus hijos. Sus familias, en los casos en que hubo algún superviviente, no han demostrado una compasión a la altura de las circunstancias. Francine tuvo el consuelo de descubrir que su padre seguía vivo cuando todo termino, pero él respondió horrorizado cuando vio que estaba embarazada.
"Mi padre me recordaba constantemente que esta niña era mala, que su familia era mala", recuerda Francine. "Su familia mató a mis parientes, me decía; no existe ningún motivo para querer a esa chica. Y en cuanto a mí, el problema es que cada vez que la veo me recuerda las violaciones. La primera violación, la segunda y todas las que vinieron después. Todo lo relaciono con ella".
Por eso, y debido a que Francine es pobre y tiene el virus del sida y muchas veces no se siente bien, la niña vive con una tía. "No puedo decir que la quiera, pero tampoco que la odie. A veces la echo de menos. Estoy sola en casa, en la cama, y me acuerdo de que tengo una hija, y eso no es malo. Pero después viene y me pide algo y no se lo puedo dar, y entonces dejamos de ser amigas porque ella cree que la odio".
Claudin Mukakalisa también tenía 13 años cuando la violaron. Recuerda que además la pegaban 10 veces todos los días con un palo y la obligaban todas las noches a lavar la ropa y los machetes ensangrentados. De ahí nació un hijo que ella nombró Jean de Dieu, aunque había días en que quería matarlo.
"Mi tío no me dejó que viviera en su casa. Me dijo que no podía entrar ahí con un bebé de los hutus", recuerda Claudin. "Cuando recordé lo que me había hecho el padre pensé en matar a mi hijo, como venganza. Me alegro de no haberlo hecho. Me obligué a quererle, aunque la verdad es que, ahora que es más mayor, no es un chico amable. Es terco y malo".
El único consuelo, si es que lo es, para estas mujeres, las más tristes del mundo, y las que han visto y sufrido las cosas peores, es saber que el futuro de sus hijos pinta bien. Comparado con el de ellas, pero comparado también con el de otros niños africanos. Bajo el Gobierno autoritario del presidente Paul Kagame, el líder guerrillero que asumió el poder en julio de 1994, Ruanda se ha convertido no sólo en el país más seguro de África, sino también en el menos corrupto.
Las perspectivas económicas, partiendo de una base bajísima, ya que Ruanda carece de recursos naturales y está muy densamente poblada, son buenas. Un artículo reciente de la revista New York Review of Books decía que, según muchos expertos internacionales, ningún país pobre estaba encaminado en un programa más prometedor de cambio que Ruanda. Josh Ruxin, antiguo director del programa de salud del John F. Kennedy School of Government en la Universidad de Harvard, siente tanto entusiasmo por lo que está ocurriendo en Ruanda que se ha ido a vivir allí.
Ha fundado un proyecto rural cuyo objetivo es promover las estrategias de desarrollo recomendadas por el renombrado economista Jeffrey Sachs. "He trabajado en 50 países", dijo Ruxin al New York Review of Books, "y considero que Ruanda es el único país del planeta que tiene la posibilidad de migrar desde la extrema pobreza hasta un ingreso mundial medio a lo largo de los próximos 15 años".
Es fácil encontrar a gente como Ruxin en Ruanda, a cooperantes internacionales que han vivido un tiempo ahí y se han quedado asombrados ante la seriedad y diligencia de las autoridades locales en el intento de traer a su país algo que se aproxime a la prosperidad. Es igual de fácil encontrar a mujeres con historias (cuesta creer que lo que cuentan es verdad, pero lo es) como las de Claudin, Francine, Verena y Gaudiose. No tiene ningún mérito periodístico, más allá de ponerse en contacto con la organización que las acoge, asesora y cuida, la Association des Veuves du Génocide (AVEGA; www.avega.org.rw). AVEGA ha ayudado a 25.000 mujeres, de las cuales el 80% fueron violadas durante el genocidio y el 66% tiene el virus del sida. A través de AVEGA, que ha ejercido una labor indispensable desde 1995, uno puede contactar con estas mujeres y colmarse de historias que demuestran la infinita capacidad humana para hacer el mal.
¿Qué se puede hacer por estas mujeres víctimas del genocidio, además de ayudarles a conseguir lo elemental para comer, como hacen AVEGA y otras ONG? Lo mejor es hacer lo posible para que se puedan nutrir de lo que en Europa y Estados Unidos ya es casi tan común como la aspirina y en muchas partes de África sigue siendo el elixir de la vida: acceso a los medicamentos antirretrovirales que frenan los efectos nocivos del virus del sida. Lo cual implica no sólo conseguir los medicamentos, sino gozar también del seguimiento médico para que funcionen.
Aun así, aun con buena salud, las secuelas del genocidio para estas mujeres son imborrables. Ruanda puede haber conquistado la paz, pero ellas nunca lo harán. Sueños de suicidio las acompañan permanentemente. Emocionalmente están todas derrotadas.
Flaviane Niragire, de las pocas víctimas de violación masiva que por algún milagro no se contagiaron del virus del sida, tenía 15 años cuando los milicianos mataron a sus tres hermanos y se la llevaron. Tiene un hijo que nombró, como si quisiera sellar su condición de salvaje anonimato, Boy. "Pensé matarle cuando nació", dice. "Fue doloroso, pero decidí no hacerlo. Me he quedado con él, aunque es hijo de violadores, aunque es la causa de mi trauma cada vez que le miro. Por eso no me interesa la familia. No me interesa el amor. A veces me miro a mí misma, y me comparo con gente que tiene sus familias a su alrededor, y me lamento de no haber muerto en el genocidio. Me pregunto todo el tiempo por qué el genocidio no me mató".
¿Mi venganza sería matar al niño. No lo hice?
Claudin Mukakalisa, de 26 años, y su hijo Jeandediue Ufiteyezu, de 11. Gisazi, Ruanda.?Mataron a toda mi familia. Sólo nos dejaron a mi hermana y a mí. Llegaron las milicias, nos llevaron a una casa y nos violaron sucesivamente. Les lavábamos las ropas manchadas de sangre, nos golpeaban, nos violaban, salían a matar y volvían. Mi hermana dijo que teníamos que escapar. Buscamos un río para arrojarnos a él y morir, pero al llegar vimos muchos cadáveres flotando, y nos dio miedo. Por entonces, mi hermana estaba embarazada. Me di cuenta de que yo también. Me dolían mucho mis partes íntimas, pero no dejaban de violarnos. Mi tío no me acogió bien. Le dije que si estaba embarazada era cosa de los milicianos, que me habían violado. Me echó. Para ser franca, nunca he amado a este niño. Cuando recuerdo lo que me hizo su padre pienso que la única venganza sería matar a su hijo. No lo hice. Me obligué a que me gustara, pero es imposible: el chico es rebelde, malo. Al final hirieron a mi hermana con los machetes; murió. Su hijo tenía cinco días. También mataron al niño?.
¿Para mí es un trauma cada vez que miro a este chico?
Flaviane Niragire, de 27 años, con su hijo Boy Nizeyimana, de 11. Kayonza, Ruanda.?Todo empezó la noche en que nos comunicaron que el presidente había fallecido y mi madre dijo que debíamos huir. Al tercer día asesinaron a mis tres hermanos, un grupo de milicianos atacó nuestro hogar y me llevaron. Me condujeron a un lugar en el que me violaron, uno tras otro. No podría decirle cuántos eran. Lo que sí sé es que después me di cuenta de que estaba embarazada. Nunca había tenido relaciones sexuales. Lo primero que pensé es que debía abortar, pero no sabía cómo. Así que seguí adelante. Después del parto, pensé en matarlo. Pero me he quedado con él, y para mí es un trauma cada vez que miro a este chico, porque no sé quién es el padre e ignoro cómo voy a vivir. Estoy impedida por las palizas que recibí. No puedo trabajar. Sólo estar sentada. Ahora digo que fue bueno no matar a este niño, porque va a buscarme agua. No cumplo con mi deber de madre por la pobreza. A veces no tiene nada que comer porque no tengo nada que darle. No me interesa tener una familia. No me interesa el amor. Lo que me ocurra es una sorpresa. No veo un futuro para mí. A veces me comparo con la gente que tiene una familia y lamento no haber muerto en el genocidio?.
¿Venían, me violaban y se iban. No puedo contar cuántos?
Francine Umurungi, 26 años, seropositiva, con su hija Benimana, de 13 (derecha). A la izquierda, la hija de su tía muerta. Gasata, Ruanda.?Fuimos atacados por una banda de hutus. Uno de ellos me violó una y otra vez durante una hora, y cuando terminó me dejó allí, inconsciente. Cuando oí las balas corrí y me escondí bajo la cama. Cuando salí fue el momento más horrible de mi vida. Mi querida tía había sido asesinada. La habían violado y la sangre fluía de sus partes íntimas. Le habían puesto a su bebé encima. Todo el cuarto estaba lleno de sangre y de muertos, excepto el pequeño que mamaba del pecho de su madre muerta. Me quedé en aquel control de carretera una semana. Les vi matar, violar, arrojar a gente a las fosas. Venían y me violaban. Venía uno, y se iba. Después venía otro, y se iba. No puedo contar cuántos. Cuando acabó el último, le pedí agua. Me trajo un vaso. Al beber me di cuenta de que era sangre. El hombre dijo: ?Bebe la sangre de tu hermano y vete?. Aquello fue el fin. Después de la guerra encontré a mi padre. Me decía constantemente que esta niña es mala. Que su familia asesinó a mis familiares, que no había razón para que yo la quisiese. Cuando la veo me recuerda la violación. La primera, y la segunda, y todas las que siguieron. No puedo decir que la quiera, pero tampoco que la odie?.
¿No odio a mi hijo. Tampoco le quiero?
Josianne Ruyange, de 27 años, con su hijo Vedaste Ndikubwimana, de 11. Mwurire, Ruanda.?El genocidio comenzó cuando yo tenía 15 años. Fui violada, quedé embarazada y tengo un niño. Nunca antes había tenido relaciones sexuales. Nunca quise a ese hombre. Siempre me dio miedo. Incluso ahora oigo a gente decir que disfruta del sexo. No sé lo que significa. Para mí, el sexo ha sido una tortura. En nuestro segundo año de estancia en Tanzania [en el exilio, después de que el violador la llevara con él como esclava sexual] insistió en que quería casarse conmigo. No tuve alternativa. Me llevaron a la iglesia y nos casamos. En Tanzania siempre estaba en casa, nunca me dejaba salir. Mi trabajo consistía en cocinar en casa y tener relaciones sexuales con él. En 1997 regresé a Ruanda. Me vine con mi hijo. Cuando llegué aquí fui a casa de mi hermanastro, y me dijo que no podía vivir con el hijo de un miliciano. No quería a mi hijo. Me quedé, pero nos maltrataba. Permanecí allí hasta 2000. No odio a mi hijo. Tampoco le quiero, pero creo que me siento cómoda viviendo con él?.
¿Uno de ellos me convirtió en su objeto sexual?
Gaudiose Mukandamage, de 35 años, seropositiva, con su hija Dianne, de 12. Gahini, Ruanda.?Entramos en una iglesia porque creímos que era un lugar seguro. Toda mi familia fue asesinada allí, excepto yo. Al noveno día fue cuando entraron los milicianos hutus ?estábamos escondidos en una sala de la iglesia?, nos sacaron y nos llevaron a un platanar. Entonces empezaron a violarme. Uno de ellos me convirtió en su objeto sexual durante tres días. Durante tres días fui su mujer, por así decirlo, y después se fueron a robar a los vecinos. Entonces huí y regresé a la iglesia. Al llegar allí encontré a mi familia muerta. Estábamos confundidos y en apuros cuando los soldados del Frente Patriótico Ruandés nos encontraron en la iglesia y nos rescataron. Mi padre, mi madre y todos mis hermanos y hermanas fueron asesinados. Éramos nueve hijos: cuatro chicas y cinco chicos. Seguí adelante, con problemas de salud, pero no reuní el valor suficiente para solicitar asesoramiento y someterme a las pruebas del sida hasta 2000, cuando descubrí que había dado positivo en el VIH?.
¿Nunca amé, nunca disfruté del sexo ni de ser madre?
Berina Mukandanga, de 32 años, y sus hijos: Harriet, de 11 años, y Alice Niyibizi y Aline Niyoyita, ambas de 5 años. Iceru, Ruanda.?Cuando empezó el genocidio, yo tenía novio y estábamos prometidos. Vi su cuerpo después de que le asesinaran con un machete. Después de aquello me violaron muchos hombres a los que yo no quería, y el resultado son estos niños. Nunca he vuelto a enamorarme, nunca amé, nunca disfruté del sexo, ni de ser madre, aunque lo he aceptado. Ésa es mi situación. Me quedé en el lugar donde el líder de la milicia me había rodeado de guardias. Sólo me permitía entrar en su casa cuando quería sexo. Después me echaba. Mi comida era mandioca cruda. Estaba harta y creía que necesitaba morir. Así que fui al jefe local. Tenían que matarme como mataron a mi madre y enterrarme como enterraron a mi padre. Así que me llevó a su casa y durante 40 días me violó día y noche. Antes yo era una chica guapa, solía gustar a la gente. Ahora todo se ha perdido. Ahora es una pesadilla. No tengo interés por la vida. Pero el mundo no conoce esto. Incluso ahora no creo que usted lo comprenda. Pero estoy contenta porque les contará a los suyos que las mujeres de Ruanda pasaron un sufrimiento inenarrable. Mi único crimen es haber nacido tutsi, y estoy pagando por pecados que no cometí?.
¿Me las arreglo para vivir por ellas, pero no me interesa la vida?
Josinne Muziranenge, 26 años, seropositiva, con su hija Ange, de 11. Cría tambien a la hija de su hermana muerta. Nyamirambo, Ruanda.?Fui madre cuando no estaba preparada. No tengo nada que pueda hacerme feliz. Desde 1990, mi vida ha estado desbaratada. Me las arreglo para vivir por mis dos hijos, pero no me interesa la vida. Me odiaba a mí misma. Mi padre y mi madre habían muerto. Mi tía, también. Y mi tío, que me pagaba la escuela. Sólo quería provocarme la muerte. Así que vinieron y nos llevaron a las que teníamos 15 o 16 años. Nos violaron un día entero. Uno detrás de otro, hasta que nos devolvieron a la iglesia en la que nos habíamos refugiado. Primero mataron a los hombres. Pero cuando se acercaban a nosotras decían: ?No las matéis, serán nuestras mujeres?. Mientras estábamos allí escuchábamos cómo las milicias mataban a gente. Les oímos cortando a la gente con machetes. Y la gente decía: ?Perdonadnos, perdonadnos?. Nos asustamos, pero decidimos no salir del convento. Que sea lo que Dios quiera. Podíamos ver a milicianos asesinando a gente a la entrada. Después encontré a mi hermana en una casa. Estaba embarazada. Otro miliciano que se hospedaba allí me violó, y también quedé embarazada. A mi hermana la violaron mucho. Tenía heridas por todas partes. Contrajo el VIH. Murió en 1996?.
¿Mis hijos no tienen padre, no tienen casa, no son de ninguna parte?
Agnes Uwibambe, de 29 años, con sus hijos Albert, de 11, y Norbert, de 10. Mukura, Ruanda.?No me alegro de ser madre. Estos niños desbarataron mi vida. La violación distorsionó mis ambiciones. Ahora me llaman mujer, pero no estoy casada con ningún hombre. Soy mujer, pero no tengo marido. No me interesa. Asesinaron a toda mi familia excepto a mí. Empezaron a debatir entre ellos. Uno dijo que me debían matar allí mismo. Pero otro me llevó a su casa. No tenía esposa. Me dijo que se había casado conmigo y ahora yo era su mujer. Me violaba todas las noches y me tuvo cautiva un mes. Quedé embarazada, y el resultado es ese jovencito Albert que ha visto antes. No siempre estoy feliz porque el futuro no está claro. Mis hijos no tienen familia. No sé de dónde son. Ellos tampoco lo saben. Todo lo que ven es a mí. Pero yo tampoco soy capaz de mantenerme a mí misma. No veo un futuro brillante para ellos. No tienen padre. No tienen casa. No son de ninguna parte?.
¿Ahora empiezo a ver que la niña es inocente. Pero sólo le doy cosas si sobran?
Joseline Ingabire, de 37 años, seropositiva, con Leah, de 11, e Igihozo (detrás), de 12. Gishari, Ruanda.?Estuve seis días en ese lugar: de noche me violaban y de día me encerraban. Venían tres hombres cada vez, hasta que uno, que era amigo de mi marido, fingió ser amable. Me llevó y le pidió a su mujer que me dejara dormir en la cama porque estaba embarazada. Ella lo permitió, pero cuando corría la cortina, venía él y me violaba. Nunca he querido a esta niña. Quiero más a mi primera hija porque fue fruto del amor. El padre era mi marido. No he querido a la otra hasta ahora, que empiezo a darme cuenta de que también es mi hija. Pero antes, incluso de bebé, la dejaba llorar. Alimentaba más a la mayor, hasta que llegué aquí y me dijeron que no estaba bien. Yo lo sabía, pero mi corazón siempre estuvo con la mayor. Poco a poco empiezo a ver que la otra es inocente. Pero sólo le doy cosas si sobran. Tenía dos hermanas y tres hermanos. Murieron todos. Soy la única superviviente?.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

EDUCACION Y HUMANIZACION EN LA NIÑEZ Llevar a clases impreso imágenes y tema 1









UNIDAD 1 EL SENTIDO SOCIAL DE LA ADULTEZ Objetivo: Realiza propuestas para romper la actitud adultocéntrica.


EDUCACION Y HUMANIZACION EN LA NIÑEZ

Tema 1.- El enfoque adultocéntrico

Objetivo: Analizar las dificultades del sistema adultocéntrico

Por Jorge Daniel Velásquez

Las cuatro funciones b�sicas que articulan el discurso para Lacan son S1 y S2 (significantes diferenciados), el sujeto dividido $ (efecto de la articulaci�n significante) y el objeto a (que est� situado en el Real ubicado en la fisura de la articulaci�n significante). Estos cuatro elementos rotan entre la posici�n del agente (deseo), el otro (trabajo, goce), la verdad y la producci�n.
El discurso adultoc�ntrico, al igual que los m�ltiples discursos que posicionan en la postura dominante (o atribuyen la posici�n de agente) al significante var�n-blanco-heterosexual-burgu�s-urbano son caras diferentes del discurso del amo. Es decir que el discurso adultoc�ntrico comparte su capacidad de ser interpretado desde el discurso del amo de la misma forma que lo hacen quienes denuncian la violencia del discurso machista, sexista, racista, etc. Podemos decir entonces que el significante adulto (S1) enmascara esa divisi�n constitutiva del sujeto adulto ($) al dirigirse al significante joven (S2) como el esclavo sometido al trabajo que lo empuja el agente, del mismo modo que el significante �macho� es S1 en representaci�n al significante �mujer� (S2) o que el significante �blanco� es S1 en relaci�n al significante �negro� o �indio� (S2).
Los actos de habla ilocutivos (aquellos que performan la realidad en la propuesta de J.L.Austin) son justamente la forma c�mo el amo (el significante adulto que ocupa la posici�n del agente, S1) al reificar al otro (el significante joven, S2) con determinados actos de habla que, siguiendo en Foucault, podr�amos decir que son parte de un discurso dicho y que est� siempre por decir.
Diversas caras de este discurso dicho pueden ser: �los j�venes son el futuro de la patria�, �los j�venes est�n en la edad del burro �, �los j�venes son inmaduros�, �los j�venes son rebeldes sin causa�, entre otras.
Del primero de estos, �los j�venes son el futuro de la patria� podr�amos decir que dado que la historia es un intento por documentar la huella mediante el texto (entendido seg�n Ricoeur como el discurso plasmado en la escritura) nos remite a un pasado le�do desde el presente en el cual los j�venes no aparecen. Decir que los j�venes son el futuro de la patria es el acto por el cual S1 se posiciona como amo al esclavizar a S2. Con Lacan podemos decir tambi�n que el significante adulto (S1) m�s all� del otro (S2), se refiere al gran Otro del cual recibe el mensaje en forma invertida, que podr�a leerse como �los adultos somos la historia de la patria�. Prueba de aquello puede ser que la historia (la que nos es contada, la institucionalizada) tiene protagonistas casi siempre adultos.
Puede decirse algo similar cuando S1 se representa a S2 como el amo que lo cosifica detr�s del enunciado que �los j�venes est�n en la edad de burro�. El acto de cosificaci�n es la realidad performada por el acto de habla que el significante adulto enuncia desde la posici�n del agente. El mensaje por inversi�n que se recibe del gran Otro, y por la cual el adulto ratifica su posici�n subjetiva en los casos mencionados pueden decirse como: �los adultos son inteligentes�, �los adultos son maduros�, �los adultos tienen causas para hacer las cosas�, etc.
No debemos olvidar que en este discurso, la subjetividad divida del amo ($) est� en el lugar de la verdad, lo que nos permite ver detr�s de la posici�n dominante del amo esa condici�n que se esconde detr�s de una aparente integridad. El significante adulto pretende aparecer como individuo (indiviso) desde su posici�n de amo para esconder justamente esa caracter�stica irrenunciable que lo asemeja a cualquier otra subjetividad.
En la dial�ctica del amo y el esclavo, el significante joven (S2) debe renunciar al goce para trabajar seg�n la imposici�n de S1, lo cual puede traducirse c�mo el significante joven socialmente cobra valor en el orden simb�lico en la medida que act�a en contra del significante adulto; sin embargo, siguiendo la perspectiva lacaniana, S2 produce el objeto a, que es el objeto del deseo del amo pero que escapa a toda representaci�n. Quiz� podemos traducir esto en el incesante deseo que la sociedad adultoc�ntrica, tiene de adquirir un car�cter juvenil que le resulta esquivo. La publicidad representa una sociedad adulta deseante que busca �lo joven� como el objeto que no est� disponible para sus representaciones, aunque crea desde m�ltiples art�culos de consumo su propio fantasma (escuetos reflejos del goce).
El significante joven (S2) revela la condici�n perversa del sujeto (que se posiciona en el lugar de la verdad) mediante su desilusi�n ante todas las promesas no cumplidas con las cuales el agente (significante adulto, S1) performa la realidad. Es decir, cuando en la experiencia vital se comprueba el enrarecimiento del discurso adultoc�ntrico, S2 revela que los discursos dichos en relaci�n a los j�venes son pronunciados por un significante que se convierte en un sujeto tan prendido del lenguaje (aferrado a su s�ntoma) como otro. Los j�venes constatan que el supuesto orden (simb�lico, social) creado por los adultos est� plagado de errores, que en la vida adulta no se concretan los supuestos �sue�os de juventud�, que las instituciones que ratifican al adulto como el agente (S1) no son capaces de asegurar la calidad de vida de la gente, en fin, los j�venes constatan y revelan, la condici�n perversa del sujeto.
Desde otro punto de vista, el significante joven (S2) est� obligado a revelar el cinismo del agente porque, en la explicaci�n de Zizek: �El esclavo se libera del amo s�lo cuando experimenta hasta qu� punto el amo encarna simplemente el autobloqueo de su propio deseo: aquello de lo que al amo a trav�s de represi�n externa aparentemente lo privaba� y que en realidad nunca lo hab�a pose�do (Zizek, 2000: 172)�. Es decir, el significante joven que se afirmaba por la negaci�n del adulto (que supuestamente negaba lo joven a trav�s de la postergaci�n de todos sus ideales en un futuro improbable) es tambi�n la negaci�n de su propio deseo. El significante joven (S2) experimenta en la vida del adulto la p�rdida de lo que nunca tuvo que podemos identificar, entre otras cosas, como la condici�n de sujetos pol�ticos e hist�ricos.
Con esto se ratifica que el discurso es justamente aquello que permite crear el nexo social (tenso o no) entre el significante adulto o el significante joven. El uno y el otro est�n mutuamente imbricados en el lenguaje.

Imagen: Quino
Por Ileana Medina Hernández
Hasta ahora, la inmensa mayoría de la tradición escrita sobre pedagogía, educación infantil y crianza, se ha hecho desde lo que podemos llamar un "enfoque adultocéntrico", desde el punto de vista del ser humano adulto, donde cabe cualquier postura, si se considera que los padres, madres o adultos somos "libres" para educar y enseñar como queramos.
 
También las teorías patriarcales, las teorías feministas de la igualdad, siempre  hablamos de seres adultos o maduros que defienden su derecho a vivir su vida total del modo que estimen conveniente.

Desde el punto de vista de la libertad individual el adultocentrismo se desenvuelve en:

  • las formas de asumir la sexualidad (sin sexualidad no hay reproducción; y el embarazo, el parto, la lactancia y el puerperio forman parte del ciclo sexual femenino).
  • las relaciones de poder entre padres e hijos (la cuestión de los "límites", el autoritarismo, la asertividad, las normas, la violencia, el apego, etc... sigue siendo el vértice central de toda teoría pedagógica).
  • y la dinámica entre el tiempo familiar y el tiempo dedicado al trabajo. Todavía en muchas políticas sigue predominando el sentido hacia "afuera del tiempo familiar", salarios, horarios laborales, adultos productivos, promociones a su ingresos económicos  y en ninguno de los dos enfoques se le está dando la importancia que merece al derecho y necesidad de los niños de permanecer mayor tiempo al cuidado de sus padres].

     "...por eso hoy he tomado una gran decisión: de forma transitoria pero frecuente te voy a dejar en manos ajenas, no sólo para irme a trabajar, sino también para cumplir mis grandes deseos y mis pequeños caprichos.
    Porque en esta tarde de compras, además de disfrutar de unas horas de alegre asueto, me he percatado de que, más allá de esta piscina donde te enseño a dar tus primeros pasos, tienes que aprender de mí a vivir libre de las cadenas del afecto. " (Dra.Inmaculada Gilaberte, libro Equilibristas, Entre maternidad y la profesión)



UNIDAD 1 CONTEXTO ECONÓMICO SOCIAL Objetivo: Los y las estudiantes realizan el diagnóstico del contexto económico social.

REALIDAD NACIONAL
Cada grupo debe traer un pliego de papel periódico, un marcador permanente y un masquin

Tema 1 Contexto geográfico-económico-social del Ecuador
Objetivo: Sistematizar creativamente el cintexto geográfico-económico del Ecuador

ECUADOR
Taller Regional Preparatorio sobre Educación Inclusiva
América Latina, Regiones Andina y Cono Sur
Buenos Aires, Argentina, 12 – 14 de septiembre 2007

1.1. Breve reseña de la situación económica y social.
Ecuador.- (nombre oficial, República del Ecuador), República situada en el noroeste de Sudamérica, limita al norte con Colombia, al este y sur con Perú, y al oeste con el OcéanoPacífico. Debe su nombre a la línea imaginaria del Ecuador, que atraviesa el país y divide a la Tierra en dos hemisferios. Las islas Galápagos o Archipiélago de Colón, localizadas en el Pacífico a unos 1.050 km de la costa, pertenecen a Ecuador. El país tiene una superficie de 272.045 km² contando con las Galápagos. La capital es Quito, una de las más antiguas de América del Sur, enclavada en la región de la Sierra. Guayaquil, situada al sur y, es el principal puerto y centro de la actividad comercial. Cuenca, que tiene también una importante actividad agrícola y comercial.
Características generales de la población ecuatoriana.-
La población del Ecuador alcanza aprox. 12,4 millones de habitantes, con una densidad aproximada de 48,3 hab/km2. El 47% vive en la sierra y el 49% en la costa; el resto de la población se reparte entre la selva y las islas Galápagos, compuesta en unos 65% mestizos, 25% indígenas, 3% negros y 7% restante lo componen principalmente descendientes de españoles. Aproximadamente el 54% vive en centros urbanos y el resto en medios rurales.
Ecuador se divide en 22 provincias, que se subdividen en cantones y éstos, a 1su vez, en parroquias urbanas y rurales. Al momento de escribir este texto el Congreso Ecuatoriano decretó la creación de dos nuevas provincias. (1 MINISTERIO DE EDUCACIÓN, Plan Nacional de Educación para Todos, Período 2003-2015,
Quito, Julio 2003. Estudio nacional de Ecuador: Carlos Jiménez / Quito, Noviembre 2007 1 Comunidad de Práctica en Desarrollo Curricular Región Andina / OIE-UNESCO)

La población ecuatoriana mantiene un equilibrio por sexo, con pequeñas variaciones no muy significativas a nivel de área y región. La clasificación por grupos de edad, identifica al país como de población eminentemente joven; más de la mitad de su población es menor de 24 años. El área rural, en comparación con la urbana, concentra el mayor número de población joven (56%); de igual manera, la Amazonía, marca una diferencia en estas edades, pues mientras en esta región llega al 62 por ciento, en la Costa, Sierra e Insular los porcentajes son más bajos (54%, 53% y 48%, respectivamente).
La estructura socioeconómica ecuatoriana, medida a través de quintiles económicos, refleja las inmensas inequidades entre áreas, regiones y ciudades, más de la mitad de los habitantes del área rural de la Sierra y de la Amazonía, así como las dos terceras partes del área rural de la Costa, se ubican en los dos primeros quintiles. En igual situación, aunque con menor porcentaje, se encuentran hogares del dominio Resto Urbano Costa (43%).
Bolívar, Cotopaxi, Esmeraldas, Los Ríos, Chimborazo, Manabí, Loja, Cañar y Carchi, son las provincias donde más de la mitad de sus habitantes se encuentran en los quintiles 1 y 2.
Por su parte, Quito, el resto de ciudades de la Sierra, Galápagos y las provincias de
Pichincha y Tungurahua, se constituyen en los lugares donde sus habitantes viven en mejores condiciones que el resto del país, pues el número de personas que se ubican en los quintiles 4 y 5 superan el 50 por ciento, y en el caso de Galápagos llega al 76 por ciento.

Breve reseña de la situación económica
En el año 2000, el país tomó la decisión de dolarizar la economía después de anclar el
precio de la divisa en un nivel de 25.000 sucres (moneda oficial), se consideraba que el sistema de dolarización de la economía fue la única salida para los problemas económicos que atravesaba el Ecuador, por lo tanto el camino por donde debemos transitar , se justifica que se adopta esta medida tomando en cuenta estudios técnicos del Gobierno y otras instituciones del Estado y que se tendría varias ventajas: el precio del dólar se mantendrá fijo y estable, permitirá que las tasas de interés se ubiquen al nivel de las internacionales y que la inflación se reduzca a niveles inferiores del 10%.

El país desde que se adoptó la dolarización en el año 2000 ha tenido que enfrentar problemas estructurales de la economía nacional por la no relación o coherencia entre las políticas de estabilización fiscal y monetaria debido a la carencia de políticas de Estado como factor predominante y a la presencia de situaciones de inestabilidad en el orden político nacional, el impacto de fenómenos naturales y a la dependencia del financiamiento del presupuesto general del Estado a la producción y venta de petróleo y a las remesas de los migrantes.

Las últimas cifras macro económicas al 2007, dan cuenta de un desempeño económico menos favorable al esperado.
Durante el 1er trimestre del 2007, el PIB trimestral creció en 0.18% siendo uno de los crecimientos mas bajos registrados desde el inicio de la dolarización. En el 2do trimestre el crecimiento fue mayor, pero todavía se mantiene bajo (0.48%), en términos anuales en el primer trimestre el Ecuador mostró uno de los crecimientos trimestrales más bajos 1.3% en relación al resto de los países de América Latina, que con excepción de México (2.6%) experimentaron niveles de crecimiento anual por encima del 5 %.

El crecimiento negativo se resalta sobre todo en los relacionado a las exportaciones, que refleja básicamente el deterioro del volumen de ventas externas de petróleo, por una caída de 5.7% en la producción nacional, debido principalmente a problemas en la producción de los campos de Petro producción.
La inflación se ha mantenido en niveles de un dígito, se espera que en el año 2007 su promedio anual sea entre 2.29% y 2.49%, registrándose una inflación mensual de 0.71%, que se explica por el inicio de clases en la región sierra, la inflación anual se situó en 2.58% y la acumulada en 2.09%, de acuerdo a la clasificación de bienes de consumo, hasta septiembre del 2007, el sector de la educación es el que muestra una mayor inflación acumulada.

Las líneas de extrema pobreza o indigencia y la de pobreza crecen en el Ecuador y afectan más al área rural que a la urbana, según la encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Ecuatoriano de Estadística y Censos (INEC), correspondiente al período noviembre 2005 a enero 2006. La investigación determina que el 14 por ciento de la población está afectada por la extrema pobreza. Solo en el área rural, tres de cada diez personas son indigentes; mientras que en la urbana, cinco de cada 100 personas se desenvuelven en condiciones precarias. En cambio, los pobres son el 52 por ciento, a esto se suma el 16 por ciento que, según al estudio, vive en condiciones de extrema pobreza o indigencia. Pero ¿qué implica vivir en la pobreza o en la pobreza extrema?

De acuerdo con el estudio, la línea de pobreza la definen quienes perciben 81,2 dólares mensuales. Eso significa que las personas pobres viven con menos de 2,7 dólares diarios. De igual manera, la línea de pobreza extrema se ubicó en 39,3 dólares mensuales. De ahí que quienes consumen menos de 1,3 dólares diarios son considerados indigentes. En las zonas urbanas, el índice de la pobreza se registró en el 38 por ciento de la población, mientras que en las áreas rurales llegó al 76 por ciento. Así mismo, el nivel de indigencia en las zonas rurales (33 por ciento) superó al porcentaje registrado en las áreas urbanas (siete por ciento).
En relación con el PIB se considera que para el año 2007, el crecimiento sería de 3.4% ubicándose así por debajo de crecimiento promedio observado durante el período 2001- 2006 (5.2%).
Al comparar el monto del presupuesto general del Estado con el asignado al sector social en el 2006 le corresponde el 17.7%, valor que se ha incrementado en 1.97% para el 2007, llegando al 18.97% para educación, bienestar social, trabajo, salud, desarrollo urbano y vivienda.

Del total asignado para al frente social al sector educación le corresponde el 49.55% evidenciándose un crecimiento real de 5.11% con relación al año anterior.
Cabe puntualizar que la crisis económica se mantiene por efectos de la globalización que demanda “ampliar los mercados a través del uso de nuevas tecnologías que aumenten la productividad y competitividad con otros países, situación que genera en el sector productivo inestabilidad de las empresas y consecuentemente incertidumbre laboral debido al deterioro del sistema financiero y a la reducción de plazas de trabajo, por los altos costos de insumos y productos.”2
Referente a la deuda pública total que tiene el país asciende a 13.212,7 millones de dólares a mayo de 2007, de los cuales 2.863,5 millones de dólares equivalen a la deuda pública interna y 10.355,2 a deuda pública externa.

Situación social.-
Las principales desigualdades presentes en el Ecuador tienen que ver con la distribución del ingreso, el género, la condición étnica, la edad, el área de residencia y la discapacidad.

Entre 1982 y 1990 la tasa de asistencia escolar de la población de 6 a 11 años de edad aumentó de 85% a 90% manteniéndose durante los años posteriores. De persistir este virtual estancamiento, difícilmente se podrá alcanzar la universalización de la educación básica, más aún si, en el ámbito nacional, apenas el 60% de los niños y niñas de 5 años de edad asiste al primer año de básica. Los niveles más altos de deserción en el período 2002/2003 se registraron en el primer año de la educación primaria y en el segundo año de básica (el 14% de los niños y niñas abandonó los estudios). Del total de estudiantes que inició el primer grado, el 74% llegó exitosamente al quinto grado. Datos que evidencian deterioro de la eficiencia interna del sistema escolar. ”3

Igual cosa sucede con la tasa de transición de nivel, “apenas la mitad de los (niños) que concluyen la educación primaria continúa sus estudios secundarios”4.
Referente al “gasto por habitante en educación, las cifras confirman que éste se redujo de 60 a 25 dólares entre inicios de los años ochenta y finales de los noventa. Al respecto, en el año 2000 se advierte una ligera recuperación que se mantiene hasta la actualidad, explicada básicamente por incrementos salariales a los docentes. Paradójicamente, la reducción del gasto por habitante en educación se produce en un contexto de mejora cuantitativa de los insumos escolares. Específicamente, el ritmo de crecimiento de las partidas docentes y de las aulas construidas superó al incremento de la matrícula.”5

Como resultado de los ingentes esfuerzos realizados por parte de las autoridades centrales y sectoriales han disminuido los niveles de desnutrición infantil en los últimos años. “Datos referidos al 2004 revelan que cerca de 210 mil niños y niñas registraron una baja talla para su edad (17,4%), y alrededor de 176 mil un bajo peso para su edad (14,6%). Los datos también evidencian una relación directa entre pobreza y desnutrición; cerca de las dos terceras partes de los niños y niñas menores de cinco años que sufren desnutrición crónica, y un poco más de la mitad de los que adolecen de desnutrición global, pertenecen al 40% más pobre de la población. La desnutrición afecta principalmente a las poblaciones rurales e indígenas. En efecto, los menores que provienen de hogares cuyos jefes hablan una lengua nativa registran una tasa de desnutrición crónica casi tres veces mayor a la de sus similares que pertenecen a hogares con jefes de habla hispana (43,7% frente a 15,1%, respectivamente).

La tasa de mortalidad infantil llegaba en el 2003 al 15,3 por cada 1.000 nacidos vivos. Los riesgos de mortalidad de la niñez están asociados directamente con las condiciones del cuidado infantil, los niveles de nutrición, la vacunación, la prevención y el tratamiento para infecciones respiratorias y enfermedades diarreicas agudas, y los niveles educativos de sus madres. “6
La tasa de mortalidad materna alcanzaba todavía en el 2004 a 50 mujeres por cada 100.000 nacidos vivos7…producidas por deficiencias en la atención del post-parto, oxemias y aborto.
Apenas el 36% de las mujeres tienen acceso al control médico.

“El acceso a servicios básicos se ha incrementado; sin embargo, la cobertura de sistemas de eliminación de excretas llega solo al 82,7% de las viviendas y la red de alcantarillado alcanza apenas al 48%. El 27% de hogares viven en hacinamiento, el 67% de los hogares disponen de vivienda propia y el 82% de las viviendas son “casas, villas o departamentos”, o sea, viviendas seguras8. Casi el 80% de la población ecuatoriana carece de seguro de salud, lo cual es un limitante muy grave para el acceso a este derecho.

Las tasas de VIH/SIDA continúan creciendo, y de manera especialmente alarmante entre las mujeres. De una tasa de 0,9 por 100.000 habitantes en 1990 se ha pasado a 10,6 en 2005. En el mismo período la tasa de crecimiento entre los varones ha sido de 867% mientras que entre las mujeres de 1800%.
La vida en las ciudades es precaria por la contaminación del aire, el incremento de desechos y el reducido abastecimiento de servicios e infraestructura básica como el agua, que no están acordes con el acelerado crecimiento demográfico. La inequidad urbano-rural y la deficiente cobertura de servicios básicos se refleja principalmente con el agua de consumo y de riego, con los servicios de alcantarillado, recolección y manejo de desechos.

Los niveles de riesgo de la población urbano-rural se han incrementado en los últimos años, principalmente los asociados al deterioro ambiental y al incremento de desastres naturales prevenibles como son las inundaciones, deslaves y plagas.
Según los reportes del 2001, el Ecuador ha perdido el 68% de los ecosistemas naturales en la Costa, el 43% en la Sierra y el 16% en la Amazonía.
En los últimos 20 años se ha incentivado la agricultura en suelos poco fértiles, de alto proceso erosivo o, en el caso de los monocultivos, con un uso indiscriminado de fertilizantes y pesticidas que contaminan suelos y ríos aledaños y ponen en peligro la salud de los trabajadores. ” 9 (Plan Plurianual del Gobierno del Presidente Constitucional Rafael Correa Delgado)

Sobre la administración de la justicia en el país en la cual descansa el respeto y/o la restitución de los derechos individuales y colectivos es otro problema fundamental del
Estado dada la enorme desconfianza de la ciudadanía en este sistema por los elevados niveles de corrupción que presenta.
Es así que para identificar los grados de violencia existentes en el país primero se debe señalar que la población constituida por niños, niñas, adolescentes y mujeres constituye el “72% de la población ecuatoriana10  (Proyecciones censales del INEC).

Sobre la violencia contra las mujeres, niñas, niños y adolescentes hay datos fragmentarios e incompletos. Según las estimaciones más conservadoras, el 44% de las mujeres en edad fértil, alguna vez casadas o unidas, han sufrido violencia, y se calcula que las 50.000 denuncias sobre violencia intrafamiliar presentadas anualmente a nivel nacional en las Comisarías de la Mujer y la Familia corresponden apenas al 4% del total de la violencia111 (CEPAR - Endemain 2004). Las expertas en el tema estiman que 7 de cada 10 mujeres han sufrido violencia durante su vida.

Para el primer semestre del 2001, la DINAPEN ha intervenido en 367 casos relacionados con niños y niñas, de los cuales 53 (14,4%) correspondieron a abusos sexuales, 5 casos (1,36%) de acoso sexual, y 119 casos de maltrato físico (32,42%). En el país, 121 de cada 1000 jóvenes han sufrido besos y caricias no deseadas, 32 de cada 1000 jóvenes han sido violados, 27 de cada 1000 han vivido experiencias de violencia sexual oral y genital12 (Gloria Camacho; Secretos bien guardados – Jóvenes, percepciones sobre violencia a la mujer, maltrato y abuso sexual; CEPAM, 2003, citada en Plan Nacional para la Erradicación de los Delitos Sexuales en el Sistema Educativo).

La generación de empleo en el país ha experimentado un crecimiento muy bajo lo que explica en gran medida el incremento de las brechas socioeconómicas existentes en nuestra sociedad, esta realidad se evidencia aún más cuando se revisan las cifras de desempleo por sexo y grupos de edad.

Desempleo.-
Según información del Instituto Nacional de Estadísticas y Censo, INEC, a marzo del 2006, en el área urbana tenemos los siguientes datos relacionados con el desempleo y subempleo:

DESEMPLEO POR SEXO Y GRUPOS DE EDAD
NACIONAL URBANO HOMBRES MUJERES
10 a 17 años 21,45% 22,45% 19,78%
18 a 29 años 16,60% 12,33% 22,56%
30 a 39 años 7,13% 3,79% 11,26%
40 a 49 años 5,41% 3,80% 7,37%
50 a 64 años 4,04% 3,95% 4,18%
65 años y más 5,45% 6,73% 2,68%

SUBEMPLEO POR SEXO Y GRUPOS DE EDAD
NACIONAL URBANO HOMBRES MUJERES
10 a 17 años 72,10% 74,00% 68,90%
18 a 29 años 51,00% 53,60% 47,40%
30 a 39 años 53,30% 53,10% 53,50%
40 a 49 años 55,10% 53,50% 57,10%
50 a 64 años 61,10% 59,20% 64,30%
65 años y más 73,60% 71,10% 79,10%

Si bien la cifra de desempleo ha caído moderadamente, esa realidad oculta que el desempleo y la informalidad han venido creciendo constantemente durante los últimos seis años. En pocas palabras, el país genera poco empleo nuevo, pero gran parte de los empleos generados y los empleos ya existentes se han vuelto empleos informales. Esta es otra de las explicaciones del incremento de la desigualdad social.

Por el lado de la inflación, si bien ésta se mantiene baja, el costo de la canasta básica de consumo es muy alto, el más alto en toda la última época democrática del país. Si la población tiene posibilidades de empleo peores, es decir, si el ingreso familiar se vuelve más vulnerable e inestable y la canasta de consumo se mantiene alta, es explicable que la exclusión en el país se mantenga en una situación difícil de revertir.

En conclusión, los servicios de salud y educación presentan enormes disparidades e inequidades entre la población que reside en el campo y la ciudad; entre mujeres y hombres; entre pobres y no pobres.
Estudio nacional de Ecuador: Carlos Jiménez / Quito, Noviembre 2007
Comunidad de Práctica en Desarrollo Curricular Región Andina / OIE-UNESCO


Desnutrición de los niños y niñas.-